
¿Hay un lugar en la tierra que Dios consideraría su hogar? En caso de que la respuesta sea sí, no habría lugar mejor para iniciar la búsqueda que en la India. Un país donde las personas de diferentes religiones viven pacíficamente; donde una oración por la mañana representa una parte de la vida cotidiana y los dioses se han integrado en todas las actividades diarias, tanto en el trabajo como en casa. Ser un monje se considera un oficio reconocido más que un acto de locura y en cada esquina hay un templo dedicado a una cierta Deidad. Sin embargo, ¿es realmente posible encontrar a Dios en la India? Y si no, ¿dónde?
Cuando competir hasta lo más alto quita el encanto del momento presente
En una hermosa mañana bien temprano me encontraba a la altura de 3300 metros, donde mi primera caminata espiritual estaba a punto de comenzar. La belleza natural era abrumadora; increíblemente pura y silenciosa. No me sentía como si estuviera en la India sino que me recordó a casa. Había cascadas tan mágicas que me emocionaban hasta el punto de llorar, su sonido era tan fuerte que mi mente se detuvo al instante. Había también una cueva en la que vivía un monje anciano. Me invitó a tomar el té, pero no tenía tiempo. Tenía que subir más alto, al templo principal, pero prometí que lo visitaría a mi regreso. Había algo especial en él. Era un adorador del Dios Shiva – el Dios de todos los dioses.
Salió el sol. Llevava horas caminando y observé que la mayoría de los excursionistas corrian en la distancia y algunos de ellos incluso hacían el recorrido montaña arriba y abajo sucesivamente como si estuvieran jugando, ¡por no hablar de los indios corriendo en chanclas! Todo el mundo me saludó con Jai Mata Di (palabras sánscritas que significan: "Deseo lo mejor a la madre todopoderosa y también alabando su gloria."), como si estuvieran saludando a la madre naturaleza. Me sentí como una diosa, recibiendo tantas sonrisas y estando en la presencia de tan hermosa naturaleza. Estaba muy agradecida de tener la oportunidad de estar allí.
Antiguos templos utilizados como escenarios de mascaradas divinas
Al final llegué a la fuente de uno de los ríos sagrados del Himalaya y a su templo. El sacerdote tomó mi mano y me llevó al altar. Siendo extranjera, todos querían hacer una Puja – una oración – conmigo, para que les diera alguna limosna. Visitar un templo para un propósito espiritual había perdido su significado, incluso en la India. Me dijeron más tarde que personas de todo el país habían volado en helicóptero hasta allí, (algo que incluso yo como extranjera no podía pagar), entraban en el templo, pagaban una Puja, pedían perdón y más riqueza y luego regresaban a sus negocios.
Al poco de empezar el ritual me sentí despreciada. Era como si hubiera estallado una guerra y tuvieramos que terminar rápidamente: me empujaron hacia afuera sin ton ni son, no me dejaron opción a quedarme ni un minuto más ni siquiera para meditar. Entré en otra habitación, me senté, cerré los ojos e intenté calmarme. Los sacerdotes me miraban como si estuviera loca. Podía oírlos murmurar y reirse de mi. No podía entender el mundo. Si realmente fueran sacerdotes, ¿por qué preferían pasar el tiempo charlando y riendose en vez de rezar, meditar y guiar a la gente?
El gran negocio espiritual no sólo crecía en Europa, sino también en su cuna, donde todo comenzó. La manipulación y la corrupción estaban presentes en cada esquina, lavando el cerebro y haciendo que la gente se sienta culpable, dándoles esperanza, convenciéndoles de que si pagan, sus pecados serán perdonados más rapido y si no pagan a los dioses los castigarán.
Entrada en el santuario de la madre naturaleza
Mi alma se llenó de tristeza y soledad mientras caminaba por el puente hacia el santuario de la madre naturaleza. Mientras subía por una cuesta para acercarme a la verdadera fuente del río, escondida en las altas rocas, a mi izquierda había un hermoso árbol. Estaba de pie frente a este precioso árbol que estaba floreciendo y que crecía en una zona donde no había nieve en las altas montañas del Himalaya. Era el único que había visto todo el día, así que decidí detenerme a oler las flores. Todavía llevaba el arroz que había hervido en las aguas termales del templo como parte de una oración y que consideraba un regalo divino de los Dioses para mi. No quería comérmelo, sino dárselo a alguien. Lo abrí y lo extendí bajo el árbol. Entonces me senté y sentí la presencia de la madre divina. Las lágrimas corrían por mis mejillas cuando me di cuenta de que había recibido la bendición divina sin la ayuda de un sacerdote. Todo podía sentirse tan verdadero y puro.... Esto me recordó que una verdadera fuerza divina siempre está plenamente presente en la naturaleza.
Las cosas sólo suceden despues de que podamos verlas claramente
Con gratitud en mi corazón continué mi camino hasta la fuente del río, ya que deseaba tomar algo de agua bendita de las cascadas. Era fácil cruzar el río en el primer cruce, pero entonces, para acercarme a las cascadas, tuve que cruzar el río una vez más. El río era demasiado ancho para saltar pero había un tronco de árbol en el río, cubierto por el agua a medio camino. Estaba paseando como un cachorro en el lugar, imaginando cómo de fácil sería cruzar si saltara como un hada por el tronco del árbol. En mi imaginación todo parecía tan fácil....¡Ya estaba en el otro lado! Pero en realidad no me había movido y no confiaba en mí ni en mi imaginación. Entonces algo intenso surgió dentro de mí.
Pude verme claramente caminando por ese tronco para llegar al otro lado del río. Fue una visión tan poderosa que empecé a creer que era real. Me quité los zapatos y me puse de pie. Llevaba mi mochila llena de documentos, dinero y todas mis otras pertenencias, pero no me importaba. Tal como me imaginaba puse un pie en medio del tronco del árbol. El agua congelada me invadió; la corriente era fuerte. En cuanto encontré el equilibrio, pisé con el otro pie y ¡salté ligeramente como una hada al otro lado del río! No me imaginaba que pudiera ser tan fácil ¡Sólo fue mi miedo el que hacía que me pareciera tan complicado!
Escuchando el sonido trémulo del agua experimenté el silencio
Caminé hacia las cascadas. Detrás de mí había enormes rocas a ambos lados. Cuanto más entraba a través de estas rocas, menos visible era el valle que quedaba detrás de mí. Era como si una puerta se cerrara detrás de mí cuando entré en este espacio sagrado. No había nadie allí, el sonido de las cascadas era tan fuerte que no podía oír nada. Toda la zona temblaba por la fuerza del agua que caía al caer en las piedras. Mi cuerpo comenzó a temblar y cayeron lágrimas de mis ojos.
La gente había empezado a seguirme, pero nadie se atrevía a caminar por el tronco hacia el otro lado. Sólo me miraban. Esto me hizo darme cuenta de que hay muchos tipos de templos en el mundo que ofrecen lo que los buscadores buscan. Ese día yo tuve esa suerte. No podría decir cuánto tiempo estuve allí.
Cada uno de nosotros está solo en su camino
Más tarde, una enorme piedra cayó justo detrás de mí y comprendí que ya era hora de irme. La gente seguía allí en el otro lado del río, sin embargo, en lugar de ayudarme a cruzar, simplemente miraban. ¡Yo no me lo podía creer! Este fue el momento en el que me di cuenta de que cada uno de nosotros está solo en su camino. Con un pie en el centro del tronco y un salto hacia el otro lado, allí estaba yo – sola. Mientras saltaba, me sentía como una pluma blanca, tan ligera y pura, que el viento me llevaba sobre el río. Todo era como un sueño.
Nos convertimos en lo que pensamos de nosotros
Un muchacho se acercó y mirándome con admiración me dijo: “¿Cómo has hecho eso? No podía imaginar que se pudiera andar sobre un tronco de árbol que girara. A mi me da demasiado miedo hacer algo así. Yo no podría.“
Con una sonrisa en mi rostro le respondí: "¡Pero eres indio! Y un chico. ¡Vosotros hacéis cosas que a los europeos ni siquiera se les pasa por la cabeza! Es tan maravilloso poder ir por allí. Ve y observa. Supera tus temores. Es sólo una emoción. Vale la pena."
Entonces me despedí y bajé al valle. Ya habían pasado tantas cosas que mi mente se detuvo y me sentí como si estuviera tomando drogas: La droga más natural, llamada amor. Yo estaba flotando en el aire, cantando, bailando, sintiendo esta alegría y rendición. Todos ellos sólo por visitar este maravilloso río y pasar tiempo en la naturaleza.
Cuando los corazones hablan, no se necesitan las palabras
En mi camino de regreso me detuve en la cueva del viejo monje. Me invitó otra vez. Me pareció extraño, pero decidí aceptar su propuesta. Al principio sólo estábamos sentados y mirandonos el uno al otro ya que no hablaba inglés. Me ofreció un té pero le dije que no era necesario. Pude observar que esto le hacía sentirse incómodo, porque no sabía qué otra cosa ofrecerme. Había algo especial en este hombre. Sentarse allí con él parecía un acto natural. Sostenía un collar de perlas también conocido como 'mala' cuyas perlas no paraba de girar alrededor de su cuerda todo el tiempo. No podía evitar preguntarle si meditaba.
Me miró con una sonrisa y luego comenzó a buscar algo en una de las bolsas. Me dio dos enormes álbumes, llenos de fotos. La mayoría de las fotos eran de su juventud, él llevaba todo el cuerpo pintado de blanco en estas fotos, y se mostraban ceremonias o ritos de iniciación. Con esto comprendí que había sido sacerdote desde muy joven. Yo estaba sentada allí, observándolo. Era un hombre sencillo, que vivía en una cueva que había hecho en una roca. La gente le traía agua y comida, hacía oraciones todo el día y extendía bendiciones a las personas que pasaban por allí. Él no era agresivo ni pedía dinero. Era como si no necesitase nada. Se había entregado totalmente a su trabajo y propósito en la vida. Era tan diferente de los sacerdotes del templo.... y no había nada más que paz y serenidad en su cueva.
Todo el mundo quiere estar donde hay alegría
Entonces, uno de sus ayudantes que acababa de despertarse empezó a moverse detrás de mí. Calentó un poco de agua y luego bebimos té. Les ofrecí galletas, sin embargo, no les gustaban, probablemente porque eran para vegetarianos. A pesar de ello, fue considerado y se las comió. El muchacho se llevó mis gafas de sol y se las puso. No pude evitar hacer algunas fotografías...el espacio estaba tan lleno de alegría.... Me sentí tan relajada en esta cueva tan sencilla con el viejo monje y su joven ayudante..... Nos reíamos como niños pequeños, inocentes y puros. Fue uno de esos momentos que uno desea recordar para siempre. Era como si me estuviera riendo con mi hermanito, mientras el fuego ardía y el sacerdote Shiva nos mirara con seriedad. Fue uno de los momentos más naturales de mi vida. La felicidad llenó la cueva y me sentí como una niña de nuevo.
Dos oficiales de policía vinieron y se sentaron en un banco para observar lo que estaba sucediendo. En este momento fue cuando me di cuenta de que tenía que irme. Yo quería quedarme más tiempo, pero como alguien dijo alguna vez – los momentos dulces son tan dulces porque son cortos.
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